¿TTIP, UN ACUERDO PELIGROSO?

En los últimos meses nos hemos encontrado en los medios de comunicación con noticias relacionadas con el TTIP. Aunque para la mayoría de nosotros resulte un gran desconocido posiblemente nos encontremos ante una de las decisiones políticas que más trascendencia podría tener en los próximos tiempos.

El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, Transatlantic Trade and Investment Partnership), es una propuesta de Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos. Después de tres años de negociaciones sigue siendo objeto de encendidas polémicas entre defensores y detractores.

Los primeros lo venden como imprescindible, haciendo hincapié en que simplificaría y facilitaría los intercambios entre dos grandes zonas que comparten muchos ideales políticos y económicos, a la vez que reducirían las tarifas aduaneras así como los trámites burocráticos e incrementarían el comercio y la inversión entre las dos regiones. Todo ello llevaría a aumentar el crecimiento económico de ambos lados del Atlántico y, como consecuencia, a la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos.

Los detractores denuncian la falta de transparencia y el secretismo con el que se está negociando y auguran pérdidas económicas generales salvo para las grandes multinacionales. También inciden en el temor que les produce la posibilidad de que afecte de manera significativa a toda la legislación que protege los derechos de la ciudadanía y el medio ambiente. Uno de los aspectos más controvertidos es el que se refiere a la resolución de conflictos jurídicos entre las empresas y los Estados a través de tribunales de arbitraje de carácter privado. Santiago Niño Becerra, el conocido catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull, ha manifestado que si tuviera que resumir este acuerdo en un párrafo diría que es “una manifestación del fin del Estado que hemos conocido y la sustitución de lo que el Estado significa por el poder que en diversos aspectos ya está reemplazando al Estado: el de las corporaciones”. Considera que el TTIP “coloca a los Estados en un segundo plano”, tanto a los europeos como a Estados Unidos.

Las negociaciones no acaban de cuajar y cada vez hay más voces que aseguran que no llegará a buen puerto. Las próximas elecciones en EEUU no ayudan a pensar en el éxito de este proyecto, ya que ninguno de los principales candidatos parece respaldarlo y en Europa hay corrientes muy críticas dentro de algunos de los países con mayor significación, como Francia y Alemania. Además, después de firmado, tendrían que ratificarlo los parlamentos nacionales de los Estados miembros, circunstancia poco probable. En la página web de la Comisión Europea podemos encontrar un documento en el que se reflejan los diez grandes reproches que sostienen los más críticos y la respuesta oficial de las instituciones europeas ante tales comentarios.

(http://ec.europa.eu/spain/sobre-la-ue/ttip/mitos-sobre-el-ttip/index_es.htm).

El problema al que nos enfrentamos los ciudadanos, como en tantas otras ocasiones, en este mundo actual en el que nos encontramos tan abrumados por la cantidad de información, es poder distinguir la verdadera de la tendenciosa y así ser capaces de tener una opinión lo más objetiva posible.

 

     Departamento de Comercio Internacional

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