Acerca de la radiación en la vida diaria
Oímos “radiación” y automáticamente salta nuestra alarma interna, esa que nos dice que cualquier cosa relacionada con este fenómeno debe ser a la fuerza extremadamente perjudicial… y que cuanto más lejos, mejor.
Lo que tal vez no sepa, querido lector, es que por una parte, existen diversos tipos de radiación en lo que llamamos el “espectro electromagnético” y que sin algunos de esos tipos de radiación no dispondríamos de inventos tan útiles como el radar, los aparatos de microondas, el GPS, los sistemas Wifi, el teléfono móvil, la radio, la televisión, el Bluetooth® o los mandos infrarrojos (como el de su televisor) entre otras muchas cosas, entre las que cabe destacar que sin radiación no seríamos capaces de ver el mundo, puesto que lo que llega a nuestros ojos para ello no es sino radiación electromagnética “en el espectro del visible”.
En este punto, seguramente se estará preguntando si es cierto aquello que ha oído al “cuñao” de turno acerca de las emisiones electromagnéticas del microondas o del “wifi” son ciertas… esencialmente se estará preguntando si es cierto que producen cáncer, siendo que la respuesta es un NO rotundo, dado que al igual que todo lo mencionado anteriormente, estos dispositivos utilizan lo que conocemos como “radiación no ionizante” para funcionar, es decir, que usan una radiación que no tiene capacidad para destruir los enlaces que forman moléculas como el ADN.
Ahora es cuando el lector me puede rebatir con algo como “ya bueno, pero ocurre que cuando se habla sobre la radiación, nos referimos al otro tipo de radiación, a la que hace pupa”, es decir, a la radiación ionizante. Y efectivamente, así suele pasar, por lo que ahora voy a centrarme en las radiaciones que sí son capaces de mutar nuestro ADN (las ionizantes) y, por tanto, potencialmente peligrosas (aunque según casos, lo iremos viendo).
Antes que nada, cabe hacerse unas preguntas:
¿de dónde viene esta radiación ionizante?
… Siendo la respuesta general, que esta radiación procede del decaimiento de diversos isótopos tanto presentes en la naturaleza, como creados de forma artificial. La radiación emitida en dicho decaimiento puede medirse en diferentes unidades, aunque una de las más utilizadas en clínica es la conocida como Sievert (Sv), dado que no solamente tiene en cuenta la cantidad de radiación absorbida por un tejido, sino también el tipo de radiación y su efecto en las células donde incida. De todas formas, un solo Sievert es una unidad enorme en lo referente a la radiación, suficiente para dejarle en bastante mal estado si lo recibe puntualmente, por lo que es más habitual trabajar con sus submúltiplos como el microSievert (µSv), que es la millonésima parte de un Sievert, o con miliSievert (mSv) que equivale a la milésima parte de un Sievert.
Vale, pero entonces podría ir a vivir a un lugar donde dichos isótopos no estuvieran presentes, no? Pues en realidad no, porque estos isótopos son ubicuos, aunque habitualmente en pequeñas (e inofensivas) cantidades, por lo que continuamente estamos recibiendo una (pequeña) dosis de radiación ambiental… incluso el hecho de dormir con su pareja, viajar en avión o comer un simple plátano o unas nueces, puede llegar a aumentar considerablemente el nivel de radiación que recibe (y que, a pesar de todo, sigue siendo completamente inocua).
¡¡¿¿Como??!! ¡¡¿¿Me está diciendo que si duermo en compañía voy a recibir radiación ionizante??!!.
En realidad lo que estoy diciendo es que si duerme en compañía va a recibir MÁS radiación ionizante que si no lo hace… concretamente unos 0,05 µSv más (lo que por otra parte resulta absolutamente irrelevante para su salud), del mismo modo, al comer un plátano recibirá unos 0,1 µSv procedentes del radioisótopo potasio 40 que contienen o, como un viaje en avión de unas 4-5 horas puede aumentar la dosis de radiación hasta los 40 µSv… y aun así, en ningún estudio realizado hasta la fecha se aprecia ningún aumento en la incidencia de cáncer que sufren pilotos y demás personal de vuelo, respecto a la gente con una vida más terrenal (en el sentido estricto de la palabra).
Pero esto no es todo, debe hacerse a la idea que, de forma natural e inevitable, usted va a recibir de media a lo largo del año unos 2,4 mSv (o lo que es lo mismo, 2400 µSv).
Esto sin contar con pruebas médicas como las radiografías entre otras pruebas que también precisen radiación ionizante.
A modo de resumen, en la siguiente gráfica se muestran las dosis medias de radiación (expresadas en µSv) a las que la mayoría de las personas nos exponemos de forma habitual:
Resulta curioso observar que un monitor CRT (o los antiguos televisores “de tubo”) emiten radiación, pero en este caso no debida al decaimiento de algún isótopo, sino a la producción de rayos X de una forma muy similar a la forma en que los producen las máquinas de uso médico: aceleración de electrones a velocidades comparables a la de la luz mediante una diferencia de potencial y un frenado tremendamente brusco de éstos electrones al llegar a la pantalla, lo que produce una pequeña emisión de energía (proveniente del frenado de los electrones) en forma de rayos X… imagino que alguien lo habrá pensado, pero ya le digo que no es suficiente para hacerse una radiografía (ni de muy lejos).
En la gráfica bajo estas líneas, se muestra la continuación de la gráfica anterior, partiendo de la radiación natural de fondo que recibimos en promedio durante 24h:
La razón por la que un vuelo de 4 horas duplica a la radiación de una radiografía de tórax radica en que, a gran altura la capa de atmósfera que nos protege de la radiación externa a nuestro planeta es mucho más fina que en superficie.
Llama la atención que las personas fumadoras se ven considerablemente más expuestas que aquellas que no lo son, debido a los isótopos Polonio 210 y al Plomo 210 presentes en el tabaco y cuya emisión radiactiva en forma de partículas alfa, se estima que produce entre el 12 y el 14 por ciento de las muertes asociadas al tabaquismo.
Y seguimos con nuestra gráfica en orden de radiactividad creciente:
En un examen mamográfico bilateral normal con dos exposiciones por pecho, vemos que la radiación que llega a la paciente se sitúa en los 3000 µSv o 3 mSv, lo que es lo mismo.
Aunque esta dosis ya es relativamente elevada, se considera que los beneficios potenciales que conlleva la realización de esta técnica, superan con creces a los posibles (aunque poco probables) riesgos asociados a la exposición a radiación.
También notamos como una adquisición por TAC (que utiliza dosis elevadas de rayos X) promueve una dosis de radiación similar a estar durante 60 minutos rondando por las inmediaciones de la tristemente conocida central de Chernobyl (aunque realmente se encuentra en Pripyat).
A pesar de que estamos ya en dosis de radiación bastante elevadas, aun podemos seguir subiendo:
En estos niveles tan elevados de radiación, las unidades que se utilizan nunca son µSv, sino mSv o incluso Sv, así se habla de una dosis letal para un humano cuando hablamos de radiaciones del orden de 8 Sv, aunque se han mantenido las unidades de todas las gráficas en µSv para no desvirtuar la escala.
Con estos datos se puede comprobar que podemos entre otras cosas comer plátanos, dormir con alguien o volar en avión sin ningún riesgo para nuestra salud (al menos no en lo que toca a la radiación que podemos recibir), así como que las pruebas médicas son siempre recomendables cuando están indicadas, dado que el riesgo de desarrollar posterior patología es mínimo en comparación con los beneficios que reportaría su uso.
Por otra parte, también puede concluirse que no es muy sano estar cerca del núcleo de una central nuclear… pero de centrales nucleares hablaremos otro día, porque nuestro medio ambiente las necesita y, al contrario de lo que mucha gente piensa, no solo son seguras, sino también ecológicas.
Juan Pablo Navarro Ferrando
Profesor del ciclo de Imagen para el Diagnóstico y Medicina Nuclear
Departamento de Sanidad Instituto Técnico Profesional PAX