BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN
Cada vez se producen más agresiones de jóvenes que se han educado en un clima de afecto y cuidados. Diferentes expertos de la educación y de la psicología concluyen que la causa principal de ésta problemática es la escasa tolerancia a la frustración de nuestros adolescentes.
La semana pasada observé en la cola de la caja del supermercado a un pequeño que lloraba y gritaba “dámelo”, mientras sus padres permanecían impasibles ante sus súplicas. En la mirada de las personas que nos rodeaban podían adivinarse sus diferentes pensamientos “Menudos padres, que relajados”, “pobre niño”, o “ darle algo por favor y que se calle”……
Invadidos por un exceso de sentimiento protector no permitimos que nuestros hijos se enfaden o quizá estamos demasiado cansados para escuchar sus llantos, con ello criamos a los niños y niñas en un mundo ideal donde no existe la negativa ni la infelicidad.
La vida real no es así y cuando éstos pequeños crecen no son capaces de hacer frente a las frustraciones, a las negativas o a los problemas.
Pasan de ser niños sobre protegidos, a adolescentes infelices que no saben controlar su rabia.
Tenemos siempre prisa y además queremos que nuestros hijos/as sean felices por encima de todo, lo cual provoca que nos anticipemos a cualquier circunstancia que pudiera hacerles daño físico o emocional y creamos niños inseguros.
En muchas ocasiones, los padres no permiten que el niño/a se desarrolle, creando retrasos madurativos que de otro modo no se producirían. El niño/a se mantendrá pasivo, no aprenderá que los humanos se equivocan y lo más importante, no se sentirá un ser válido para realizar nuevas acciones por sí mismo.
¿Lo adecuado no sería permitir que nuestros niños y niñas fuesen autónomos, aprendieran a lidiar con el sentimiento de enfado, aprendieran a gestionarlo y supieran hacerle frente y qué por otra parte les hiciéramos felices con muchísimo afecto, con nuestro reconocimiento, nuestro apoyo y nuestro tiempo?
Quizá los padres del supermercado solamente estaban utilizando el “no” como respuesta.
Sonia Mateo Esteve
Dpto Servicios Socioculturales y a la Comunidad