EL SOL, ¿AMIGO O ENEMIGO?

EL SOL, ¿AMIGO O ENEMIGO?

La luz solar es de vital importancia para la salud. Nos ayuda a fabricar vitamina D imprescindible para la absorción del calcio, favorece la circulación sanguínea, aumenta la formación de hemoglobina, mejora el estado de algunas patologías de la piel, estimula la síntesis de los neurotransmisores cerebrales responsables del estado de ánimo y ayuda a mejorar la sensación de bienestar.

Pero el sol también tiene una acción negativa sobre nuestro cuerpo. El bronceado es una respuesta de la piel a la agresión producida por el sol. La melanina se produce en la capa epidérmica, protege de los rayos ultravioleta del sol, los cuales pueden alterarla y, con el tiempo, reducir su elasticidad y causar envejecimiento prematuro. Por ese motivo los fotoprotectores actuales además de su acción protectora frente al sol también poseen compuestos activos frente a la deshidratación de la piel y componentes cuya acción evita el envejecimiento.

Las personas que no poseen mucha melanina y también los niños deberían protegerse más de lo habitual, sobre todo los niños ya que su piel no está completamente formada y los rayos UV tienen un efecto aún más perjudicial sobre su piel. Estas personas deberían protegerse cubriendo las áreas sensibles, utilizando un fotoprotector de factor alto (al menos de factor 50) aplicarlo cada 2 o 3 horas y restringir su tiempo de exposición al sol entre las 12 h y 16 h.

Desde las oficinas de Farmacia le aconsejaran sobre el fotoprotector más indicado para su tipo de piel, así como una serie de consejos sobre su correcta utilización y recomendaciones para disfrutar del sol de forma saludable y segura.

Las personas con una mayor sensibilidad al sol pueden desarrollar una alergia solar, no tiene una causa concreta de aparición, pero se sabe que tienen una mayor disposición a padecerla las personas de piel muy clara, con familiares que ya tengan alergia, que tengan alguna enfermedad dermatológica ya existente, y pacientes que estén en tratamiento con medicamentos fotosensibles.

Examinar la piel periódicamente y prestar atención a los cambios en los lunares ya existentes, coloración, forma y tamaño, así como revisiones periódicas por el dermatólogo si fuese necesario, son las pautas que nos pueden ayudar a evitar el cáncer de piel o melanoma.

¡Comparte la entrada!